Blog - Punto final y comencemos de nuevo

A las palabras se las lleva el viento...

Más o menos por Agosto del 2014, le encontré un sentido diferente a la escritura. 

Será porque comencé a experimentar sentimientos nuevos y a pasar por situaciones diferentes. Fue esa la época en la que comprenderme se convirtió en una necesidad vital. Había tantas cosas por hacer, tantas otras por solucionar... y me necesitaba entera. Así que tomé mi computadora y comencé a escribir una historia (que algún día será libro, ojalá); luego, aparecieron los poemas, los escritos delirantes, dibujos y lo que ya conté mil veces y ya conocen. 

Hoy, en mis recuerdos de Facebook, apareció este escrito que trae a mi mente una escena particularmente dolorosa pero de mucho crecimiento y aprendizaje.  

Espero les guste.

"A las palabras se las lleva el viento". Si, puede ser... pero primero te generan un torbellino de emociones; te ilusionan o te matan, tal vez con la misma intensidad. Uno aprende a sobrevivir a ellas, pero nunca se sabe si tomarlas en serio o no. 

El lenguaje nos ayuda a comunicarnos pero muchas veces no encontramos la forma de decir lo que queremos o, peor aún, decimos lo que no queremos decir, y ahí es cuando el peso de las palabras se hace notar.

Las palabras esclavizan, condenan, prometen, pero tan sólo son eso... palabras.

Yo prefiero mil veces una mirada que diga lo que ciento de palabras no podrían. Una sonrisa que me alegre el alma... un abrazo inesperado. 

En cada uno de esos detalles hay amor escondido; camuflado.

Cuando el alma comienza a perder esa fuerza, ese brillo... esa mezcla de sensaciones... Cuando los pequeños detalles (pequeños para la vista, pero grandes para el alma) comienzan a desaparecer lentamente, esta sufre y busca consuelo. Y es ahí cuando las palabras entran en juego.

El alma necesita buscar eso que la hacía sentir viva... eso que la hacía brillar. Pero sólo se estrella con la realidad y le duele. 

Necesita oír , leer y creer en esas palabras; al menos para sentir que lo que en conjunto dicen, es sincero y para poder recuperar un poquito de ese brillo perdido. Pero las cosas no son tan sencillas. No se puede engañar a la parte más sensible del ser, como así tampoco se puede escapar del dolor. 

Ese brillo tan ansiado se torna opaco... va perdiendo luz y se apaga de a poco. Y el alma utiliza su último recurso: las palabras.

Las aclama, las pide a gritos! Necesita recuperar esa luz y recurre desesperadamente a ellas. Y es ahí cuando se topa con ese mundo incierto... donde nada es verdad y nada es mentira; donde todo es creer o no creer... donde hay que aceptar o luchar. Las palabras son piezas que destruyen o construyen... inciden en nosotros y cambian muchas cosas.

Miles de veces opté por callar... por no decir las miles de palabras que se me venían a la cabeza. No funciono así... Mi alma es la que habla, la que pide a gritos consuelo, pero ya no quiere palabras... ya entendió que no es lo que necesita. Ahora está en mí buscar lo que la haga brillar intensamente. Y creo que la respuesta no está en las palabras, si no, más allá... mucho más allá de la realidad.

Ella ya no busca consuelo, si no que ansía libertad y ser cien por ciento luz ~

Septiembre, 2014.

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