Si hay algo a lo que me acostumbré en esta vida es a tener noches de insomnio. No suelo dormirme fácil y es que parece que al poner la cabeza en la almohada, tengo muchas cosas interesantes para contarme. Puede que algo que haya visto en el día, en cualquier lugar y/o momento, despierte una pregunta (que luego se vuelven varias) y mi cerebro se divierte haciendo conexiones entre mis recuerdos, teorías, conspiraciones históricas y más, hasta de las más extrañas y absurdas, que acaban en chistes (? Y después, en cosa seria. Como la vida misma. Y... es la vida la que me hace desvelar; la vida que es, la que será, la que no fue, la que quiero que sea...
Luego de tanto delirio, caigo en la realidad y pienso seriamente en "la vida que quiero que sea" porque es a partir de ella que debo plantear las metas y objetivos en "la vida que es". Tengo certezas y muchas dudas pero aún así, hay que arriesgarse.
Arriesgarse. Ser valiente no es fácil, mucho menos cuando el factor "tiempo" está de por medio. Pero, todo lo que hagamos sirve, se convierte en experiencia y nos acerca más al entendimiento propio. Hay que ser valiente para descubrirnos.
Luego, hay que dar lo mejor en todo y sentirnos bien con eso. Gran parte de mi vida pensé que encontrar aquello "para lo que soy buena" seria fácil, no se, algo tan natural como reconocer un don en alguien. Pero no fue así. Entonces, se me ocurrió hacer un poco de catarsis y escribí el siguiente texto:
Nací para esto
Encuentro refugio en muchos sitios internos (y externos, a veces), más que nada en lo reconocido popularmente como "arte".
Internos porque todo viene de ahí: la melodía que nace en una tarde de completo silencio al caminar por una calle desolada; el dibujo que se crea al utilizar esa lapicera negra que encontré en medio del desastre que hay en mi mesa; la historia en la que no puedo dejar de pensar, que me regala escenas nuevas para describir, que me hacen trabajar hasta encontrar la mejor manera de expresarlo todo.
Una vez que todo está fuera, al verlo lo reencuentro. Y vuelve otra vez pero de una manera distinta. Ese mundo que se forma, con lo viejo y lo nuevo, es donde me refugio.
En la vida hay que tomar muchas decisiones, todo el tiempo, y es bueno saber que tengo a dónde ir cuando el clima se torna hostil.
Hay elecciones que se piensan a largo plazo: proyectos de vida, sueños que se quieren alcanzar.
La intuición, un don, una herencia, la intriga o el placer que nos genera tal o cual cosa, nos hace tomar partido por ella. Nos lleva a arriesgarnos para descubrirla, para descubrirnos en ella y ver qué más pasa.
Casi siempre me guío por la intuición pero si tuviera que tomar una decisión tan importante de otra manera, ¿cómo lo haría? Posiblemente, buscaría entre las cosas para las que creo que soy buena. Y de ellas, ¿con cuál me quedaría?, ¿Qué sería aquello que elegiría para toda la vida?, ¿Nací para algo en particular?, ¿Para qué? Entonces, pienso:
* Tal vez no tenga que ganar muchos premios por la música que hago; Tampoco mis libros deban transformarse en best sellers. El mundo no tiene porqué quedar encantado con mis trazos, ni deba convertirme en una genia de los números.
Tal vez sepa hacer varias cosas y todas a medias, y tal vez eso me ponga un poco triste. Pero cada una de ellas es un punto de partida para crear cosas maravillosas, aunque pocas veces lo note.
Y entremedio del caos, hay una certeza: el cariño puro que siento por los perros.
La clave está ahí: en la sinceridad de los sentimientos.
Entonces, tal vez nací para escribir decenas de canciones (o pequeñas estrofas, que quedarán registradas en mi grabadora de voz, en hojas perdidas de cuadernos viejos o en el algún lugar de mi mente) que expresen lo más profundo de mi, para mi y/o para los que las acepten como regalo. Tal vez sean esas canciones las que acaben plasmándose en papel, convertidas en poesía.
Tal vez ahí viva la magia que siempre busco.
Es un hecho que en cada una de esas obras hay sentimientos honestos. Tal vez, nací para ser honesta y expresarlo de varias maneras.
Puede que mi alma sea demasiado inquieta.
Y es que, en realidad, tal vez no quiera "ser buena" en algo o en todo; sólo quiero ser (una persona) buena. Saber y sentir que lo que hago lo hago de corazón. Sentir esa magia en el pecho que se desborda y escapa por los ojos en forma de brillo.
Creo que esto último se llama felicidad. Entonces, creo que nací para eso: para ser feliz. Ser feliz con lo que tengo, que es muy valioso. Y luego, crear a partir de la felicidad para hacer felices a otros.
Lo cierto es que no existe una única opción, no tengo por qué ser la mejor en algo (o en todo). Tan sólo tengo que dejar mi corazón en aquello que elija, y la historia comenzará a escribirse (una y otra vez).
Siempre tendremos sueños por cumplir y tiempo para poder alcanzarlos. Estoy convencida de que podremos lograrlo todo siempre que creamos en ello y, más que nada, en nosotros mismos.
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