Camino y a mi alrededor todo es silencio.
Antes, podía convivir bastante bien con él pero ahora se me hace un poco difícil.
La música es una especie de calmante; atenúa el dolor aunque no se si lo pueda sanar del todo. Quizás hay varias maneras, quizás las necesite a todas... Pero siento que nada es suficiente, por lo menos por ahora.
Camino junto con la claridad del día, una de las pocas cosas que veo claras. Voy lento, intentando pensar en nada. Creo melodías y trato de llenar esos silencios que duelen.
Todo me resulta gigante y, a la vez, me siento cada vez más pequeña. Y con la sensación de no ser parte de este mundo...
Este invierno está resultando bastante diferente a los otros. Y es natural, cambian las etapas, las responsabilidades. Me convierto en una adulta que desea alcanzar más metas y debe decidir sobre tantas cosas...
La vida es un misterio y... eso a veces me gusta y otras, me asusta (mucho).
En esta etapa de mi vida, las reflexiones se vuelven más constantes y profundas. Así también, lo que generan en mi se acumula y pesa horrores.
En esas caminatas de vuelta a casa del trabajo, varias cosas pasan por mi cabeza. Recuerdos, escenas inventadas, diálogos que jamás ocurrirán, sueños y culpas. En ocasiones, he llegado a sentir que me quitaban el aire. Pero había que seguir... Pero hay que seguir.
Las palabras son mi refugio, más que nada las que escribo porque sólo así siento que puedo expresarlo todo tan claro.
De esos ahogos, de esa angustia y dolor nace este escrito:
Lo crudo del invierno
La luz aún no asoma y ya estoy aquí,
tomándolo todo para poder seguir.
Sintiendo la vida como escrita en un guión
que alguien creó con el afán de huir de si.
Pero también se perdió.
Y también se quedó aquí.
Quizás comenzó siendo un mero espectador:
de los árboles, las flores; del amor y del dolor.
Tomó un cuaderno, un lápiz y se dispuso a escribir:
tanto lo vivido, como lo que desearía sentir.
Tal vez por esto último existan los vacíos,
como líneas escritas sobre bases de otros mundos.
Misterios imposibles de develar,
destinados a desvelarnos.
Con intención de devastarnos
de llevarnos hasta el final.
Para reconocernos en lo totalmente extraño
y así volver al inicio. Una vez más.
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