Una vez ( y luego varias) escuché una canción, de las más hermosas que oí en mi vida. Una de sus estrofas dice:
"Si alguna vez te fueras,
aún habría primavera.
El mundo continuaría
pero ya sin poesía.
Sólo Dios sabe nuestros destinos"...
Tan profunda, tan cierta.
Hoy escribí algo, que surgió de un torbellino de emociones.
Nunca se cómo empezar, mucho menos como terminar. Sólo intento ordenar un poco todas esas ideas que dan vueltas en mi.
Es en el final del texto donde las imágenes se vuelven más claras.
Creo que este escrito está cargado de esperanza y de amor, éste último tan raro y difícil de experimentar conscientemente....
Tengo la mala costumbre de darme cuenta tarde de lo verdaderamente importante...
El mundo continúa, no se a dónde va, vamos, voy... Pero conservo la fe en que podemos construir un mundo mejor.
Aunque me sienta deshecha, se que voy a mejorar. Es cuestión de trabajar en mi, desde varios aspectos.
Dedicado a mi abuelo, con todo el amor (y la poesía) que queda dentro de mi:
Resuenas en mi galaxia
Marcar el pulso,
ser la caja de resonancia
en una melodía jamás escuchada.
Suena dulce.
Resuena y el sorbo de mate se vuelve aún más dulce.
Se reinventa. Y nos reinicia.
Perdidos en el tiempo,
vagamos buscando al menos una certeza.
No pensamos o lo hacemos demasiado...
Y eso, ¿a dónde nos lleva?
Quizás al borde de un abismo, o de muchos...
"¿Caer es nuestra última opción?"
Nos observamos: cada uno se halla frente a su propio abismo.
Algunos, se alejan. Otros, dudan cerca... Muy cerca.
También se oyen voces que se van acallando poco a poco.
Mi corazón late velozmente.
"¿Hay que tomar alguna decisión apresurada? ¿Debemos hacerlo solos?
No comprendo...En este mundo, ¿qué es lo realmente importante?"
Caen lágrimas; suenan carcajadas.
Cicatrices comienzan a arder sobre nuestros cuerpos;
nos abrasan lento.
Oscuridad inmediata. Grito.
Caída libre.
Otro grito y un impulso.
Nuestro abrazo y el fuego cesa
o se va al interior.
Claridad inmediata.
Nos separamos y parte de nuestro exterior parece volverse cenizas
en vuelo.
Nuestras cajas se iluminan. En su centro llevan una manivela.
Lentos movimientos circulares: Primero comienza uno, luego el otro.
Compartimos nuestras melodías, las jamás escuchadas hasta ese momento.
"La jamás escuchada hasta este momento".
Parpadeo. Claroscuro.
"El sonido se pierde, aún veo tu luz".
Parpadeo. Oscuridad. "Aún oigo tu voz".
Oscuridad inmediata. "Aún siento la melodía resonar en mí"...
Brenda Barrionuevo
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