Mi estadía en la Tierra se da gracias a una persona que vive aquí.
En nuestro mundo, al nacer, estamos totalmente unidos con alguien de este planeta, un humano al que debemos acompañar por el resto de nuestras vidas (que no son únicas, aunque así lo parezca).
Los humanos tienen alma y un cuerpo que la contiene. Cuando mueren, ésta viaja, se transforma, se reconstruye y puede o no regresar al mundo terrestre. Pero nosotros siempre la acompañamos.
Acompañar el alma de nuestro humano predestinado es una parte de lo que hacemos. También, los ayudamos a tomar decisiones pero, principalmente, ayudamos a que resistan cuando sienten que ya no pueden más. Actuamos como esa última esperanza que da esperanza. Intentamos que entiendan que son fuertes, que pueden seguir luchando contra todo y que lograrán todo lo que se propongan. Parece difícil (y no saben cuánto lo es) pero no me canso de luchar junto a ella (mi humana).
¿Ella sabe que existo? Bueno, en parte si. La percepción se va dificultando con el paso de los años terrestres.
Cuando ella fue niña, yo aparecía como su "amiga imaginaria" (o al menos eso le escuchaba decir a sus padres). Podía verme con ojos aún no humanizados.
Recuerdo que hablábamos mucho pero a medida que fue creciendo, se hizo parte de este inmenso mundo, conoció varias personas y visitó nuevos lugares. Yo estuve siempre acompañándola en cada uno de sus desafíos.
Siempre me gustó vivir en sus ojos... Recuerdo que de pequeña sonreía mucho y a mí me gustaba bailar ahí, junto con su alma. ¡Y cómo destellaban!
De más grande, pudo reconocer mi existencia al pensar en el mundo y sus no - limitaciones. En esos momentos de ansiedad extrema, desesperación, de dudas... ahí siempre estoy y ella lo sabe ( o lo siente, mejor dicho).
Los humanos tienen esa manía de definir todo lo que sienten y cuando no pueden, intentan hacerlo en función de algo parecido. En este mundo, aparentemente, me defino como "espíritu" y no me disgusta tanto, la verdad. Pero me agrada más el nombre por el que ella me reconocía cuando era niña: Elizabeth.
Elizabeth desea que alguna de las cosas que más quiere no dependan del tiempo y por eso, intenta llegar a un acuerdo con él:
El tiempo no da respiro, corre velozmente y se escapa lejos.
No quiero que vuelva.
No quiero volver atrás porque, si así lo hiciera, jamás entendería.
Tampoco quiero saber lo que va a suceder, viajar a algún sitio donde estar detenido, contemplando todo el panorama sea lo único válido y volver otra vez el tiempo atrás, porque intentaría vivir algo que jamás me sucederá.
Quiero vivir el hoy en calma, haciendo algo que me guste, escuchando una linda canción o tan sólo disfrutando de la plenitud del silencio.
El entrar en estado de trance se está volviendo algo habitual, parece ser una de las maneras que tengo para intentar escapar de las cadenas del tiempo. Pero en inevitable. Tal vez deba conformarme con una especie de tregua entre ambos. Es por eso que necesito darle un tiempo al tiempo (si, así de loco como suena). Básicamente, ignorarlo (aunque sea imposible, ¿o no?) He oído a varias personas decir que "pierden la noción del tiempo" haciendo tal o cual cosa, bueno también debería poder sentir eso...
Entonces:
Quiero soñar despierta y escribir lo que sueño. También, inventar historias con finales abiertos; alegrar la vida de alguien, ocultarme para que me vean.Quiero que alguien descubra algo mágico en mis ojos y me lo diga. Que ese alguien sea eterno y se quede en mis sueños, así invento muchas historias con finales abiertos y escribo todo lo que sueño, describo su mundo y cambio mi cuento. Así es como quiero perder la noción de tiempo. Y al recuperarla, quiero no tener miedo a que me falte tiempo.
No quiero que me sobre tiempo, o me falte, me agobie o me deje fuera de todo; sólo quiero que caminemos juntos sin necesidad de usar cadenas, y poder descansar el uno del otro, al menos por un momento... (¿ven? no se puede hacer trato con este sujeto?)